6.16.2013

Soledad y yo.


Soledad me ha acompañado desde que tenía 11 años, la conocí una tarde de febrero luego de que en un Volkswagen azul en la década de los 90’s mi padre salió junto a un tío mío en un viaje sin retorno al norte del país.

Ella ha estado conmigo en las madrugadas frías, cuando mi madre enfermó y tuve que quedarme solo a los 15 pues estaba muy enferma, era el inicio de un cáncer; Soledad ha sido una buena compañera, siempre fiel, en momentos difíciles, en las salidas que hacíamos a través de la garúa para olvidar el problema del día; en cada decepción, en cada momento de tristeza Sole ha demostrado que es como agua en el desierto, has sido calma,  has soportado mis amarguras, mis momentos difíciles, mis bravatas, jamás he visto a nadie tener tanta paciencia, ha sido la luz en medio de la noche oscura, y el abrigo en la tarde tan fría.

Durante un cuarto de siglo Soledad me ha acompañada en cada viaje, a Chile cuando encontramos que el desierto y el ande eran lo más bello que podía existir; en Ecuador caminando solos por Cuenca, o viendo una película y quedándonos hasta tarde hasta el momento en que sólo quedaba el personal de servicio del Mall, en las caminatas por el parque de Cajas; en alguna calle de Bogotá,  en medio del verde de Medellín, o en la búsqueda del lugar donde pertenezco cuando visitamos el cementerio donde me dijeron que estaban  mis  abuelos.

Ella ha visto mis éxitos y mis fracasos, ella me ha dicho que todo eso es pasajero, me ha ensenado el otro lado de la música, la hemos disfrutado juntos, ha sido partícipe de mis creaciones mas sublimes. En las reuniones llenas de gente, Sole ha estado siempre allí, ayudándome a que ropa escoger, a preparar un discurso, a apurarme pues tiendo a llegar tarde, me ha mostrado que la vida puede ser más llevadera, y que no necesito estar en un lugar lleno de gentes o de cosas para ser feliz.

Pero después de este tiempo  juntos, de convivencia, tengo que decirte adiós. Soledad no te dejo porque soy ingrato, ni porque has sido una mala compañera, te dejo porque hay algo que quizás no lo sabes pero tengo que decírtelo, a pesar de todo lo vivido, siento que me falta algo, alguien, te dejo Sole, con mucha pena; te veré de tiempo en tiempo, iré por tí para hacerte una pregunta, para tomar una decisión, te buscaré por un ratito de paz.

No me malinterpretes, pero has sido una droga para mí, pero a veces compartir el dolor, la tristeza y las alegrías con alguien es mejor que solo compartirlas contigo.

Gracias Soledad por todo, por darme todo sin pedir nada a cambio. Te dejo, hay todavía aventuras por seguir, metas que alcanzar, sueños que cumplir. Vida que vivir y alguien con quien compartirla.


Adiós Soledad.

MA

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