2.10.2011

Entrevista a Gleen Murcutt

En tiempos donde las superestrellas brillan mas que los maestros en la arquitectura, y en la vida, donde el éxito es medido por la cantidad mas que por la calidad, esta entrevista que no por ser de hace tiempo deja de ser importante para los que hacemos ciudad, ya sea construyéndola y viviendola, les dejo la entrevista, y la filosofía de alguien a quien se le puede considerar un maestro. Les dejo a Glenn Murcutt.




























LLÀTZER MOIX - 30/05/2006
Barcelona
La arquitectura debe responder a las necesidades humanas, no imponerse a ellas". Lo dice Glenn Murcutt, arquitecto australiano laureado con el premio Pritzker en el 2002, y miembro del jurado unipersonal del premio Década, que promovido por la Fundación Óscar Tusquets se falla mañana en Barcelona para galardonar el mejor edificio barcelonés construido hace diez años, en 1996.
- ¿Qué sentido tiene premiar una obra diez años después de hecha?
- La buena arquitectura no tiene edad. Me refiero a la que responde, y no a la que se impone. La que considera el lugar donde va a edificarse, los materiales más adecuados, la tecnología más apropiada, la luz, el espacio, la ventilación y, en definitiva, la cultura. Eso es lo principal. Y lo que olvidan las modas.
- Pues las modas parecen tener hoy mucha importancia.
- Ya lo sé. Pero eso sucede a mi pesar. Sé que estamos influidos por las últimas novedades, algo que a mí siempre me ha parecido sospechoso.
Como me lo pareció en su día el posmodernismo que nos querían imponer desde EE. UU.
- ¿Ha visitado ya los edificios concursantes en el Década?
- Una parte de ellos. Son trabajos muy profesionales. Pero algunos me parecen también algo chillones. Quiero decir que se parecen poco, por ejemplo, a las Cotxeres de Sarrià de Coderch, que son un modelo de arquitectura mediterránea, adecuada al clima, respetuosa con la privacidad y bien relacionada con los edificios que la rodean.
- ¿A qué se refiere cuando habla de arquitectura chillona?
- A los edificios esculturales, simbólicos. Una ciudad como Barcelona, con cafés, plazas y una rica vida urbana, no necesita más símbolos. La gente no quiere vivir en un símbolo, que encima es llamativo y gritón. Prefiere vivir en casas agradables. Cuando paseo por el Barri Gòtic no veo los edificios, pero los siento. Juntos forman un todo orgánico, civilizado. Podría venir todos los años aquí y no me cansarían. Es un lugar hermoso como una gran composición musical.
- ¿Quién promueve esos edificios simbólicos, escultóricos?
- El mercado. Hoy el cliente es el mercado. La arquitectura describe el nivel de cultura de una época. Y ésta es la del materialismo. De un materialismo que gusta de llamar la atención a gritos. No es únicamente la culpa de algunos arquitectos. Nuestra sociedad permite eso. Si tuviera un mayor nivel cultural, no lo permitiría. Pero sólo se piensa en términos de dinero y de beneficio.
- ¿Cómo invertir este ciclo?
- Pues con una gran recesión económica. No la deseo, claro. Pero ayudaría. La economía especulativa, recalentada, es una plataforma para las tonterías. Es algo que sucede ahora en todo el mundo. En China, India o el mundo occidental. Vivimos en la cultura del exceso. Fíjese en los puertos deportivos, con todos sus barcos de plástico. No son botes de pesca o de remo. Son un exceso. Pues bien, ese exceso construye nuevos paisajes. No soy comunista, ni siquiera socialista. Pero estoy preocupado por el nivel de codicia de nuestra sociedad.
- Comunista, no; ecologista, sí.
- Eso sí. El planeta está alterado. Suben las temperaturas, aumenta el número de ciclones y de huracanes. El hombre no cuida su medio natural… Pero soy también optimista. Esto empieza a cambiar. El navegante solitario Ian Kienan puso en marcha hace años la campaña Clean up Australia.Los frutos ya son visibles, en tierra, en el lecho marino y en el aire. El nivel de conciencia ecológica colectiva sube. La basura se ha reducido. Los delfines han vuelto al puerto de Sydney. Deberíamos pensarlo dos veces antes de tirar una colilla al suelo: tarda quince años en degradarse.

No hay comentarios: