Antanas Mockus nació en Bogotá el 25 de marzo de 1952, hijo de inmigrantes lituanos. Aprendió a leer a los dos años de edad, estudió en el Liceo Francés, en la Universidad de Dijón y en la Universidad Nacional de Colombia. Tiene cuatro hijos y se ha convertido en el rostro del contra-político latinoamericano: efectivo, creativo, independiente y poco politiquero.
A mediados de la década de los noventa Antanas Mockus abrió un camino en política y en la administración pública muy diferente al que los colombianos estábamos acostumbrados.
Con el respaldo del voto de opinión llegó a la Alcaldía de Bogotá en dos ocasiones (1995-1997 y 2001-2003),. Logró la reducción de 70% en la tasa de homicidios, la disminución de 50% de muertes por accidentes de tránsito, el ahorro del agua (el consumo bajó en un 40%) además de subir el número de hogares con agua potable y drenaje (al 100 y 95%), y se mantuvo fiel a sus principios. El poder no lo distorsionó.
Con un carisma especial y una abrumadora inteligencia nos ha planteado elementales principios visionarios, como: la cultura ciudadana, la rumba zanahoria, el rechazo al atajo, el respeto a la vida, el cuidadoso manejo de los dineros públicos, la corresponsabilidad, la coherencia entre fines y medios, la educación como mecanismo para dinamizar la productividad y mejorar la equidad social, entre otros.
Su forma de hacer campaña política ha sido atípica. No se apoya en genios de marketing electoral, ni en empresas especializadas de estrategia de comunicación -tan común hoy en cualquier campaña política-. Apela a su intuición y a las ideas de personas de su equipo; combina arte y publicidad, y acude a símbolos, llegando a rayar con lo rocambolesco. Carece de maquinaria, aquella que aceitan la mayor parte de los políticos colombianos, y lleva cinco años construyendo el movimiento Visionarios por Colombia con la confianza de que son las ideas las que conquistan electores. Y en lugar de plata, lo que le sobra precisamente son ideas. Se toma el tiempo para comunicarlas y no teme a decir frases que quizás no sean las más vendedoras. Pedagogo por excelencia, olvida la milimetría política y los cálculos.
Sus consignas apelan a la honestidad y a la transparencia. No ofrece mercados, puestos, dinero, tampoco se explaya en promesas. Su discurso llama a los colombianos a la confianza. A una nueva forma de hacer política. Rechaza acuerdos diferentes a los programáticos, contradice la corrupción y promueve la cultura donde los dineros públicos sean dineros sagrados; o aquella de “no me pidas en privado, lo que no puedes sostener en público”.
Sin embargo, las últimas elecciones no favorecieron, ni a sus listas al Senado y Cámara, ni a sus aspiraciones presidenciales. El ambiente se polarizó entre la derecha y la izquierda en Colombia, en una coyuntura política en la que se estrenó la figura de reelección presidencial y se introdujeron reformas políticas, que favorecen más las colectividades que a las individualidades.
Seguramente, Antanas Mockus sabrá, como ya lo ha hecho en otras ocasiones, revertir los fracasos en triunfos. No en vano, en las diferentes caminatas por las calles colombianas, él hace gala de un carisma que parece más el de un artista famoso que el de un político. La gente lo admira, lo reconoce y lo respeta. Como lo expresó la columnista Salud Hernández, en un editorial publicado en el periódico El Universal el domingo 23 de abril de 2006, “El ex alcalde de Bogotá se ha consolidado como paradigma. Es demasiado honesto para el estándar de la clase política".
By Lorena Carrasco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario