3.03.2010

La Libertad en Barranco

















"...Y si eso es libertad, pues entonces que venga el orden. Porque si aquello es libertad, prefiero la autoridad. Prefiero ser prusiano con tal de no ser un anarquista del brindis".
Cesar Hildebrandt



Fotografia: Melissa Valverde
 






Por Jose Rodriguez


Tomo como punto de partida este párrafo que me parece uno de los pocos que contiene algún concepto, el resto del artículo escrito hoy por  Cesar Hildebrant es una catarata de adjetivos; para compartir con ustedes algunas reflexiones.

En primer lugar no creo que sea correcto presentar una oposición entre libertad y orden o hacer la similitud entre autoridad y represión ni entre una celebración espontanea y la anarquía.

La convivencia entre las personas demanda retos muy complejos que como sociedad no hemos enfrentado de manera abierta y por eso estamos en proceso de aprendizaje en la formación de una sociedad.

La convivencia exige respeto y tolerancia mutua, la gente tiene derecho a vivir en paz y también tiene derecho a manifestarse de manera colectiva, estos intereses van a generar de manera permanente un encuentro (o desencuentro) que debe ser resuelto por aquellos a quienes se les encarga la administración del espacio donde vivimos, es decir la ciudad y del cumplimiento de las leyes y normas.

La ciudad es un escenario en donde las personas vivimos, nos expresamos y aprendemos a compartir, y ese espacio no está formado por cierto por los locales particulares en donde como sugiere el señor Hildebrandt se pueden desarrollar eventos como el Carnaval, está formado por las calles y plazas, los espacios públicos. Si no fuera así, estarían en tela de juicio las grandes manifestaciones que constituyen el Patrimonio Cultural de nuestro país, La Fiesta de La Candelaria en Puno, por ejemplo debería ser cívicamente vetada, porque existen muchos puneños (y los hay) que no comparten esa forma de celebrar. Sin embargo, como parte de un proceso de madurez, el tiempo va estableciendo normas y condiciones que hacen que se vayan purificando, casi refinando la expresión popular, por encima de los excesos que se han dado, se dan y se darán pero que todos esperamos que paulatinamente se vayan convirtiendo en lo anecdótico.

Alguien cree acaso que en el sofisticado Carnaval de Venecia nadie orina en la calle?!, Por favor claro que sucede, así como también sucede que los San Fermines de Pamplona junto con los toros, se resbalan en cada curva de calle con los vómitos de los alegres españoles y turistas que participan del encierro, en ninguno de los dos casos, eso es lo representativo.

Las manifestaciones culturales se desarrollan como todo en la ciudad en medio de un sistema normativo que todos hemos aceptado y que conocemos como el estado de derecho, normas básicas para garantizar la convivencia armónica. La practica en la vivencia de las normas que solo se logra con un largo proceso de persistente educación, garantiza que se respete el derecho de la mayoría y se aminoren los efectos negativos que todo acto público siempre puede tener.

El problema viene cuando la autoridad en un acto de negación de la realidad prefiere ignorar o desconocer que la gente tiene iniciativas y que tiene el derecho a realizarlas y en vez de ejercer su función de ordenador, facilitador, promotor, prefiere reprimir, cancelar o censurar, acciones que siempre serán más fáciles de ejecutar.

Que hubiera pasado si la municipalidad en ejercicio de sus atribuciones, convocaba a los organizadores para establecer las condiciones del evento, los costos, el financiamiento, disponía de la organización del espacio para facilitar una fiesta popular, previendo la colocación de baños públicos portátiles, prohibiendo el uso de botellas de vidrio, para eso existen los vasos de plástico por ejemplo, determinando un horario razonable para iniciar y terminar el evento, reordenando el tráfico vehicular, dotando de seguridad tanto para los participantes como para los transeúntes… quizás otro hubiera sido el cantar.

El día domingo, cuando aun los gases lacrimógenos no se habían terminado de esfumar del cielo barranquino, debajo del Puente de los Suspiros, dos jóvenes armados con guitarras, colocaron un sombrero en la vereda con el fin de obstaculizar el libre tránsito e irrumpieron a cantar algunas canciones con una alegría propia del terrorismo urbano más feroz del que se  haya podido tener noticia, provocando, oh escándalo!, que la gente se detuviera, los acompañara con palmas y algunos incluso llegando al extremo del atrevimiento, se pusieron a bailar en la vía pública. Gracias a Dios, llego un Sereno que empuñando la defensa del orden publico procedió a desalojarlos del lugar.

En medio de los reclamos que felizmente todos hicimos, una chica con marcado acento argentino, me mostro el brazo con un tremendo moretón recibido la noche anterior en el carnaval, mientras me decía: como pueden tolerar en este país que los maltraten de esa manera?.

Me dio vergüenza ajena (o propia).


3 comentarios:

Anónimo dijo...

eso es poco yo lleve a amigos extranjeros hablandoles bien del carnaval xq tambien soy de barranco, uno de ellos estaba en muletas y no podia caminar bien, cuando los encontre despues de haber caido las bombas lacrimogenas staban llorando casi ahogados, indignados por lo que habia pasado me dio mucha verguenza ya que es mi distrito y primera ves que paso eso!
como podemos dejar que pase eso , que un distrito bohemio como barranco sea agredido por gente como la policia, verguenza total, abuso de autoridad no se como mas llamarlo , creo que tendrian que pensar un poco en los niños y mujeres embarazadas que estaban ahi.
hay que dejar la violencia en este pais no somos delincuentes para ser tratados asi.
Sandra Cespedes

Anónimo dijo...

Todo estaba bien cuando los organizadores cuidaban el orden, garantias de seguridad, etc. pero esta vez no hubo esa organización sino un "aficionado" espontaneo que la quizo hacer sin cumplir las reglas, ni permisos, etc... y la cag...

Anónimo dijo...

hemos gastamos tiempo y energias viendo el problema ... ahora hay que enfocarnos en la solucion.
En acudir a las reuniones para organizar el evento con todas sus garantias si no queremos que pase lo mismo el siguiente año.