6.26.2011

Mockus estudia cómo volver a la Alcaldía de Bogotá



El ex jefe del Partido Verde habla sobre su futuro político.
Si las elecciones fueran hoy, Antanas Mockus sería candidato a la Alcaldía de Bogotá. Esa es su decisión, hoy.
Aunque en esta entrevista pidió de manera expresa que sus palabras no se tomaran de manera "conclusiva", también dejó al periodista en libertad para "adivinar" lo que quiso decir sobre esta pregunta que se están haciendo muchos habitantes de Bogotá y que EL TIEMPO le formuló de diversas maneras: ¿Será candidato a la Alcaldía de Bogotá, en octubre próximo?
"Si yo tuviera que tomar la decisión hoy, usted habría adivinado en qué dirección la tomaría", dijo casi al final de la charla.
Mockus aseguró que está "construyendo" esa posibilidad, que no se resigna a quedarse escribiendo textos y dictando conferencias, y que espera "tener las manos libres" para octubre.
El ex jefe de los 'verdes' estimó que esta puede ser su "última oportunidad".
Ha tenido dos semanas para reflexionar, desde que dejó el Partido Verde. ¿Qué va a hacer en lo electoral en el futuro inmediato?
Siento el deber de seguir siendo una persona que no rehuye el espacio político. Lo que pasó está lleno de lecciones y hay un desafío fuerte que es dejar bien claro para mí y para la gente qué aprendí y qué no aprendí, y qué hay que hacer en las nuevas circunstancias, cuál es mi responsabilidad hacía la gente.
¿Se va a someter de nuevo a las urnas?
Sería irresponsable marginarme. Creo que lo que haga lo debo poder hacer con un margen de libertad muy amplio. La gente lo que me demanda es sinceridad y libertad, la agente no quiere verme amarrado y la manera concreta de asumir mis responsabilidades está por consolidarse, por definirse, pero hay una demanda de encontrar caminos reales de proyección, de aporte. Yo sé que puedo refugiarme en la redacción de textos y en la preparación de conferencias, pero eso no me satisface suficientemente. Hay muchas cosas que me impulsan a no aislarme, por ejemplo: si ustedes no publican todo lo que publicaron sobre la corrupción en Bogotá, yo no les doy esta entrevista. Lo que publicaron es indignante.
De algún modo yo le gasté mi vida a la universidad y a la ciudad, y la universidad, mal que bien, preserva su misión. Nosotros fuimos capaces de vincular 125 profesores con doctorado en tres años, ahora se han vinculado 600, entonces siento que la universidad (Nacional) de hoy es mejor que la que dejé, y la administración distrital de hoy no es mejor que la que dejé, eso es horriblemente claro. Algo tendremos que hacer los bogotanos, y tal vez las mejores lecciones que uno puede dejar para la sociedad colombiana son las lecciones locales.
¿El deterioro de Bogotá lo desafía a volver a la Alcaldía?
Pues no quiero casarme todavía con una respuesta que se vuelve fácilmente irreversible, uno es dueño de lo que mantiene como en cierto grado de placer, ¿no? Quiero encontrar alguna manera de validar socialmente mi decisión, quiero saber lo que piensa la gente.
Pero usted ya debe tener una idea clara de lo que está esperando su gente...
Sí, pero se necesita el visto bueno de mucha gente, que nos entendamos de entrada de qué se trata, de qué ruta es la que se debe retomar.
¿La ruta es hacia la Alcaldía?
Sí, es factible, lo reconozco claramente. Me encantaría que buscara entre el 2001 y el 2003 un editorial de EL TEMPO que me acusa de fundamentalismo anticlientelista. Lo que ha pasado en Bogotá muestra de manera horriblemente costosa y dolorosa a quienes no creemos en que un poquito de clientelismo sirve, pues la realidad confirma que muy rápidamente el clientelismo conduce a la corrupción, y a la corrupción tal como se ha develado en Bogotá. Incluso es difícil adjetivarla.
¿Qué es lo que más le indigna?
Cuando en un caso de corrupción la gente empieza a utilizar el alias más que el nombre propio, cuando se crean espacios físicos paralelos, oficinas, cuando se produce una especie de rediseño institucional para la comodidad del contratista o del que va a ser cómplice en el proceso de corrupción, pues ahí se dan síntomas que ya no son como rasgos anecdóticos, ya no es que alguna 'rueda suelta' actúa indebidamente, ahí hay una organización calculada de la corrupción.
Hay una investigadora latinoamericana cuya investigación muestra la tendencia a hacer outsourcing, ya no de los servicios de aseo o de vigilancia que fue como la primera oleada de outsourcing, sino que ahora hay outsourcing de las labores más sofisticadas: generación de políticas, generación de estrategias, en materia de licitaciones y estructuración de las licitaciones. O sea que parte del trabajo más fino, más crítico, más delicado que requieren las organizaciones estatales y las empresas, lo hacen expertos afuera. En este caso uno tendría un outsourcing permeado por la corrupción.
¿Sugiere usted que se está llegando a una frontera desconocida por la corrupción?
Sí, algo así ha permitido que al Distrito se le corrompa el cerebro, pero un paso previo elemental fue externalizar el cerebro. Hay una tendencia general a admitir que en la administración pública el cerebro sea prestado, alquilado por la administración, en principio al servicio de la administración. Ahora imagínese usted un cerebro externo permeado por la corrupción utilizando todo el poder de influencia sobre la administración para hacer de las suyas.
¿Ese el tope, para usted?
Sí, hay un soporte técnico sofisticado a la corrupción que se vale de esa tendencia a pensar con cerebro prestado.
Usted dice que ha sufrido con la corrupción en Bogotá...
Sí, me duele que por diversas razones la ciudad no haya tenido los suficientes anticuerpos para defenderse más tempranamente de ese grado de perversión y de impotencia. O sea tratemos de imaginarnos qué es vivir con cerebro prestado y además invadido.
¿Es ese dolor lo que lo desafía a volver a la Alcaldía?
Hay por lo menos una emoción terrible. Es algo así como descubrir que los éxitos de la administración que tuvo la ciudad eran más efímeros de lo que uno creía, hay una frustración, hay una indignación por la irresponsabilidad, y sobre todo hay una pregunta: ¿Cómo consolidar a futuro las cosas para que no se repitan estas regresiones? El mito de Sísifo se le viene a uno inmediatamente a la cabeza: usted sube una roca y la roca inevitablemente rueda y usted vuelve y la sube, no quiero ni pensar que Bogotá está presa en ese tipo de condena eterna, de progresar y luego regresar.
Veo que usted ya no está pensando si se lanza sino cómo o cuándo...
Pues hay que imaginarse el cómo por lo menos en sus líneas generales, porque el mandato, el imperativo está ahí, pero me voy estos días para pensarlo, para pegarle una especie de ultima revisión...
¿Al cómo?
Sí, y también a las decisiones fundamentales. No quiero ser pesimista sobre la duración de la vida útil de un ser humano como uno, pero digamos que esto significaría como un último tramo significativo... o talvez no tan último.
Pero sí definitorio de su vida...
Si, o sea...
¿Una última oportunidad?
Se pude ver como una última oportunidad, como un penúltimo deber, hay seguramente un último deber, que es el de ayudar a comprender qué se hizo, pero quiero pensarlo con total libertad y le he pedido que la entrevista no sea conclusiva. Pero le he expuesto el tipo de reflexión y de consideración en los que ando.
García Márquez dijo, cuando le entregaron el premio Nobel, que todo ser humano tiene derecho a una última oportunidad. ¿Es algo como eso?
Pues en Cien años de soledad dice la última frase: "Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra".
¿Es su última oportunidad para gobernar a Bogotá?
Sí, y yo creo que Bogota merece posiblemente una tercera... bueno no. Lo que está en juego tal vez es una tercera oportunidad.
¿Esa tercera oportunidad es para usted, o puede comprometer procesos con personas como Gina Parody o Gustavo Petro, con quienes usted tendría afinidades?
No es tiempo de falsas modestias. Creo poder reconocer lo valiosas que son las distintas personas, pero entiendo que uno no debe exagerar en ninguna de las dos direcciones, ni en el autoelogio ni en la autocrítica.
¿Puedo inferir de su respuesta que usted los respeta a ambos, a Gina y a Petro, pero que no le gustaría una tercera oportunidad en cuerpo ajeno?
Ellos pueden tener la oportunidad de mostrar sus propuestas y sus ventajas. Si las sociedades tuvieran la oportunidad de vivir varias vidas paralelas y no se incurriera en costos por causa de ensayo y error, cada cual merecería la oportunidad de ensayar y aportar.
¿Qué quiere decir eso en relación con Gina y Petro?
Parte del secreto de la democracia consiste en que la gente tiene todo el derecho de experimentar mentalmente cómo sería el gobierno de cualquiera de los candidatos, y pues los costos de ensayar con cada cual podrían ser muy altos, por eso en la sociedad hay unos meses que se dedican al tema electoral, a informarse de lo mejor de cada candidato. Puedo tener razones personales para admirar a cada uno de los que están como candidatos, pero también tengo que atender a mi percepción de cuál es la decisión más responsable.
¿Puedo inferir que cuando usted regrese de su viaje, en dos semanas, será categórico sobre si va a ser o no candidato a la Alcaldía?
Entendería que he dado una serie de respuestas bajo la amable invitación de los ciudadanos y de EL TIEMPO. Que quede clarísimo que no tomé ninguna iniciativa para que esta entrevista tuviera lugar, solo entiendo la curiosidad, y si adelanto algunas reflexiones soy consciente de que las adelanto en respuesta a una amable demanda externa. Dicho de otro modo: considero prudente advertir que si comparto esta información lo hago en ejercicio de una libertad a la que no renuncio, que es la libertad de pensar y decidir sobre mi futuro.
¿Cuándo va a decidirlo?
Comprometerme con un cronograma puede ser valioso para el proceso, pero también puede colocarme en situación difícil. Buena parte de la gente más cercana hasta ahora se estará enterando de las reflexiones que hemos compartido. Me parece que la independencia frente al clientelismo y frente a la corrupción tiene que ver con la posibilidad de ganar las elecciones con las manos totalmente libres, y no quiero que mis declaraciones me expongan a situaciones donde la gente suele hacer concesiones. Esta entrevista ha sido un acceso privilegiado a un momento de reflexión, y si yo tuviera que tomar la decisión hoy, pues usted habría adivinado en qué dirección la tomaría, no quiero comprometerme en que la tomo en dos semanas, podría llevarse unas semanas más, porque hay una especie de prudencia que me invita a hacerlo. Sé que mucha gente me dirá: 'Antanas, usted hubiera podido quedarse callado'. Yo creo que mi vida es un testimonio de consagración seria, de dedicación seria a las tareas que la sociedad me ha encomendado y pues creo que la crisis de la ciudad amerita que la ciudad pueda escoger, pero eso es lo que creo hoy jueves (23 de junio) 6:30 de la tarde, después de muchas horas de conversación y de reflexión.
Si usted logra tener las manos libres, ¿se presentará en octubre?
Lo que sería fascinante sería poder comprender hasta el último detalle de cómo abocarse un proceso que garantice que uno no se ate las manos, o sea, más que una excelencia o una pureza, que la podemos tener muchos seres humanos, que la tenemos, es también un tema de cómo uno va aceptando o rechazando apoyos o propuestas, es todo un arte.
¿Puedo visualizarlo quitando amarras de sus manos para presentarse como candidato?
Pues simplificando yo lo vería como un proceso colectivo, con una especie de leyenda que dice "vamos a ser libres libremente", todo el mundo con las manos no atadas.
Ese sí sería un camino posible...
Ese es el camino que se abre y el único para mí. Si yo en las próximas semanas veo que no es posible ese sueño de liberarse por vías libres, con las manos libres, pues me dedicare a otras cosas, pero por ahora siento el deber de construir esa posibilidad. Por las preguntas que usted me ha planteado me he centrado mucho en uno de los roles que yo puedo desarrollar.
¿Cómo han sido estas semanas largas de reflexión en su casa?
Ha habido momentos de interrogación muy fuertes. Uno puede haber tomado decisiones demasiado tarde o demasiado temprano, pero en líneas generales me siento bien, siento que el tono general de esta entrevista lo refleja, siento que uno tiene el derecho y el deber de ser radical temprano, si las cosas no van en buena dirección, algo por allá dentro de uno le advierte, y lo mejor es escuchar esas señales de advertencia interna. Finalmente la gente tiene la amabilidad, el bello gesto de expresarle el acuerdo con la decisión que uno ha tomado, mucha gente dice: "Lástima con lo que pasó, pero lo entendemos".
¿Le dolió irse de los verdes?
Sí, claro que me dolió y me da nostalgia. Al mismo tiempo recuerdo una canción que dice: "Suéltame, pasado".
¿Y cree que ya lo soltó o está en proceso todavía?
No, uno nunca hace un duelo total por todo el pasado, siempre quedan escenas memorables, momentos muy bellos compartidos, quedan cariños y como dice otra canción, otro poema: "Querrás haber nacido".
Se fue Sergio Fajardo de la dirección verde. ¿Cómo le pareció esa decisión?
A veces las cosas se entienden mejor mirándolas incluso sin la mediación de ningún comentario. Entiendo perfectamente que cada cual se reubique donde se sienta más cómodo y libre.
¿Haga la conclusión que quiera de esta charla?
La vida es bella, ya verás, a pesar de los pesares, querrás haber nacido, es de un poeta español.

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