Articulo de Sergio Fajardo.
Mientras las corrientes más progresistas de urbanismo en el mundo promueven la densificación de las ciudades, la retoma de los centros y el mejoramiento de los espacios públicos, una de las obras de mayor envergadura que se hará en Cali en los próximos años promoverá una ciudad donde la gente con carro viva más lejos, que no potencia el sistema de transporte masivo, privilegia a la minoría con vehículo y no aprovecha ni el clima, ni la cultura de bicicleta que tiene Cali.
Se le ha dado poco debate a la conveniencia o no de invertir en esta vía que definirá el tipo de ciudad que tendremos. Los 14 kilómetros de la llamada ‘Autopista del Bicentenario’ costarán lo mismo que hacer 20 mega colegios o 726 kilómetros de ciclo rutas. Sin embargo a ella sólo accederá el 12% de habitantes que tiene carro. En las ciudades en donde se promueven este tipo de vías los dueños de vehículos optan por vivir más lejos porque las distancias se acortan. No sería de extrañarse que una autopista que acorte la distancia de atravesar la ciudad promueva el traslado de muchas familias a Jamundí o Dapa, volviéndola una inversión que privilegia a pocos y a los más ricos. Sentido tiene que en Australia, donde más del 80% de los habitantes tiene carro, haya autopistas con peaje para acceder a la ciudad, pero en un país donde sólo el 12% se da ese lujo, ¿será ese el mejor destino de los recursos públicos?
Hacer una autopista privada y con peaje facilita la financiación del mantenimiento de una ampliación de la malla vial necesaria para Cali, pero la infraestructura se paga con recursos públicos sin que se haya dado un debate acerca de la ciudad que queremos. Según estudios más del 5% de los caleños utiliza la bicicleta como su principal medio de transporte, y este porcentaje es mayor en los estratos 1 y 2, como se evidencia en la cantidad de trabajadores de la construcción que utiliza este medio de transporte y la fila de bicicletas por la Avenida Simón Bolívar provenientes del Oriente de la ciudad. La gran mayoría de los caleños se moviliza en bus, buseta o MÍO.
Tanto la Autopista del Bicentenario como varias de las megaobras no están siendo consideradas dentro de un modelo de desarrollo urbano para nuestra ciudad sino como simples obras de infraestructura. Hay que soñar con una Cali llena de parques, con gente movilizándose en un MÍO con cada vez mayor cobertura y calidad, o en bicicleta por grandes avenidas arborizadas. Qué bueno sería recuperar algunos de los barrios más tradicionales del Centro en lugar de promover que la gente se vaya a vivir más lejos, consumiendo más gasolina y contaminando la ciudad. Hablemos de una ciudad donde los recursos sean sistemáticamente destinados a mejorar la calidad de vida de la gran mayoría que anda en bicicleta, en bus o a pie. De esa manera se privilegia una ciudad más incluyente, democrática y con mayor calidad de vida.
Se está hablando mucho de prefactibilidad y auditorías para las vías y obras, pero hace falta más debate sobre el tipo de ciudad que nos soñamos. El reto está en nuestras manos.
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