4.19.2011

ENTRE EL FASTIDIO Y EL ASOMBRO

Por Renato Cisneros

Me fastidia que las alternativas electorales hayan quedado reducidas a las dos fuerzas que competirán en la segunda vuelta. Ambas opciones me inquietan por igual, sin embargo las acepto porque son el saldo de una decisión democrática. Lo que me asombra es la pública reacción de tantísima gente que –incapaz de tolerar el resultado– se expresa de un modo básico y rabioso para despotricar contra los candidatos vencedores y, por extensión, contra el electorado que los hizo vencer.

Me fastidian esos epítetos –muchos de ellos racistas, maniqueos– porque vienen de parte de electores que se jactan de haber apoyado opciones democráticas en la primera vuelta (PPK, Toledo, Castañeda), pero que a la hora de la derrota no se comportan muy democráticamente que digamos. O sea, puede no gustarte cómo quedó la foto final, pero no por eso la vas a cortar en pedacitos y prender fuego. Lo que me asombra es que esa virulencia (que se desagua en las redes sociales) es alimentada por representantes de una clase mesocrática supuestamente bien instruida, de la que uno esperaría un nivel de discusión algo más elaborado.  Lamentablemente, muchos de sus aportes no pasan del “cachaco de mierda” o “china de porquería”. 

Me fastidian comentarios del tipo “los pobres que votan por tal son unos malagradecidos” o “los pobres que votan por cual son unos ignorantes”. Pero me asombra advertir que quienes lo dicen son hijos de una derecha acomodada y narcisista a la que le cuesta encontrarse defectos frente al espejo, y que no capta que la supervivencia de Keiko y Humala, tras el 10 de abril, es la cosecha de una clase política muy cínica que se pasó diez años hablándole a un Perú, sin invitar al otro a la conversación. Ahora ocurre que ese otro Perú ha hablado y –con plumones rojo y naranja– ha vuelto a pintar el mapa electoral, descolocando a todos los que creíamos que ya estaba bien pintado.     

Hay que recordar siempre el drama democrático que vivió el Perú de Alberto Fujimori, y hay que aprender a diario de los países vecinos que actualmente la pasan fatal por haber elegido opciones radicales. Pero que esa no sea nuestra única tarea.  Me fastidia que por mirar mucho hacia atrás y hacia afuera no estemos observando lo que pasa en nuestras narices. A diario recibo videos con los dislates de Hugo Chávez y reseñas del ‘Fujishock’, pero noto que los internautas no ponen el mismo empeño en, por ejemplo, leer de nuevo los  planes de gobierno de Gana Perú y Fuerza 2011 para extraer ideas con las que más tarde se pueda confrontar a cualquiera de los dos candidatos si, desde el gobierno, traicionan sus promesas.  

Me fastidia que Keiko sea poco clara respecto de su ligazón con el antiguo fujimorismo. Y me asombra que Humala sea tan falso y teatral en su estrategia por conseguir votos. Me fastidia que, por criticar a un finalista, se te asocie inmediatamente con el otro. Y me asombra que se le baje el dedo al voto en blanco, sin querer reconocer que también se trata de una opción. Por último, me fastidia que el miedo pretenda hacernos dudar de quiénes somos, de lo que hemos logrado. Y me asombra notar que, en algunos casos, ya lo está consiguiendo.  

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