Revisando en el baul virtual de mails, encntre este articulo del Psicólogo Víctor M. Urbano Katayama*, esta interesante, se que no les gusta leer mucho, las fotos han recibido muchos comentarios, pero si pueden hagan el esfuerzo de leer esto, esta bueno.
Qué distantes estamos de los viejos ranchos barranquinos a los que notables familias limeñas venían a pasar las temporadas de verano en busca de tranquilidad, de aire puro y de un buen clima para la salud! O más cerca, si se quiere, de los tranvías que atravesaban a lo largo del distrito, de sur a norte y de norte a sur, trasladando a familias completas a las playas de Chorrillos, al zoológico o a las fiestas carnavalescas en el Parque Municipal. Después, la ciudad fue tomada por omnibuses, microbuses y taxicholos; pubs, discotecas, peñas y licorerías; ruidos, gases tóxicos, delincuentes, prostitutas y traficantes de drogas. Hoy, la gente viene a Barranco a “barranquear”, a “juerguear”, a “malograrse”.
Pero la amenaza mayor es el Metropolitano que anuncia su ingreso triunfal a Barranco. ¡Cuánto nos está costando a los vecinos la majestuosa obra del alcalde limeño! Y no nos estamos refiriendo a los dineros sino a las incomodidades y perjuicios que nos ha causado y nos sigue causando este “monstruopolitano”, como prefiere llamarlo la gente. Pues, además de pistas rotas, interrupción del tránsito, empleo de mayor tiempo para los viajes, polvareda en las casas, convencer a los taxistas que vengan a Barranco, exponerse a los ladrones en paraderos solitarios, a la inseguridad que genera el cruzar pistas nuevas por donde circulan ciclistas y triciclos, etcétera; la gente vive en una permanente crisis de nervios que nos ha convertido en los ciudadanos más extraños de Lima.
¿Cómo es posible que los barranquinos no apoyen a Castañeda qué tanto está haciendo por Lima?, se pregunta la gente que no vive aquí. ¡Han marchado por las calles para protestar contra el mudito, no puede ser! Y ¡hasta el alcalde Mezarina ha hecho causa común y se ha sumado a la protesta! Barranco, sí señores, Barranco en la noticia: una bomba ha caído en la Av. Bolognesi y lo ha partido en dos, y sus efectos se extienden por el oeste hasta la Av. San Martín, por el este hasta la Av. Lima, por el norte hasta la Av. El Sol, y por el sur hasta la calle Independencia. Es más, el Óvalo Balta ha desaparecido. ¡No puede ser!
Cómo no nos vamos a sentir afectados los barranquinos, incluso, aquellos que sin serlo, ubican a este lugar como el espacio familiar, tradicional, poético y literario de la gran Lima. Estamos heridos de muerte, pero no estamos muertos. Existen bastiones populares que resisten heroicos en los supermercados, en los clubes deportivos, en las hermandades religiosas, en las iglesias, en las bodegas, en los parques, en los restaurantes y en los barrios. Todos hemos alzado nuestras voces contra el autoritarismo de la comuna limeña que, en nombre de la “modernidad” y del “Hacedor de obras monumentales”, pretenden aplastar nuestra identidad distrital para que el “monstruopolitano” siga su camino de vencedor.
Era de esperarse que los vecinos reaccionáramos ya; mas bien, hemos tardado algo. Los psicólogos sociales saben muy bien que los comportamientos de las personas se traducen en formas de percibir la realidad, en actitudes, en pensamientos, en creencias, en el lenguaje, en alteraciones del sistema nervioso, somatizaciones, etcétera, como respuestas a lo que emana del entorno. Lo más notorio es el distrés, una forma negativa del estrés al que diariamente nos somete el mundo de hoy, pero además, disconformidad, abatimiento y, en sus extremos, violencia. Nos proyecta hacia un futuro incierto, carente de soluciones, caos y desorden social generalizado; falta de seguridad en sí mismos y pérdida de confianza en las autoridades municipales y del gobierno.
Menos mal, más allá de cualquier violencia o palabras ofensivas (que no las ha habido), los vecinos hemos respondido con serenidad y mucha responsabilidad buscando propuestas de solución: inmediatas, mediatas y en el largo plazo. Los propósitos apuntan a defender el espacio urbano, el medio ambiente, el bienestar social, la familia, el barrio, las costumbres, la unidad vecinal. No es una oposición al desarrollo ni al progreso a los que toda ciudad tiene derecho, es una acción en defensa de la vida y de la salud mental de los barranquinos y de todos los peruanos y extranjeros que vienen de visita. En realidad, se trata de un compromiso con la Ecopsicología, que demanda el bienestar del planeta, la salud física, psicológica y espiritual de los seres humanos.
Históricamente, recordamos que hace 128 años, Barranco fue incendiado y destruido por los chilenos un 14 de enero de 1881. Entonces, tuvo que levantarse de sus escombros para convertirse en el distrito más pujante e importante de los primeros años del siglo XX; después, la historia fue otra. Todos nuestros vecinos nos sacaron ventaja. Esta es una nueva oportunidad para sobreponernos al “bombardeo anti ecopsicológico” y darle a Barranco el lugar que le corresponde: un distrito con patrimonio histórico-monumental, ordenado y limpio, organizado y seguro, cívico y culto, tranquilo y moderno, donde todavía podamos intercambiar saludos, de una acera a otra.
*Vecino de Barranco, Psicólogo, Magister en Psicología Educativa, ha sido regidor de la Municipalidad de Barranco, Es Docente Universitario, Consultor Educacional, Impulsor de la institucionalidad democrática, Presidente del Centro Social, Cultural y musical Barranco e integrante de agrupaciones vecinales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario